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De cómo los jesuitas sentaron las bases para controlar España

15 abr 16. La reciente historia de la presencia en España de la Orden de los Jesuitas comienza con su expulsión en el año 1932, cuatro años antes de la guerra civil española (sic), y su posterior regreso bajo los auspicios del dictador Franco, en pleno conflicto, el día 3 de mayo de 1938, otorgándoles todos sus derechos y reponiéndoles las pertenencias que la II República les incautó.

La masonería, controlada por jesuitas desde el siglo XVIII, estaba implicada de lleno por entonces en el Frente Popular liderado por el burgués y masón Manuel Azaña. Según el revisionista Félix Rodrigo Mora, la burguesía de entonces entendió que para seguir ostentando su control político y económico sobre el estado español se precisaba un lavado de cara de las impopulares y viejas instituciones monárquicas. Y crearon un Frente que nunca cuajó porque una buena parte de la población no se veía representada con aquel Frente Popular.

Al fracasar el intento de formar una república burguesa como estrategia engañosa para controlar las ansias libertarias de los españoles, y ante el peligro de fuerzas como Falange y JONS, que tenían como modelo el fascismo italiano-alemán, la burguesía hispana echó mano del ejército que encabezara Franco para emprender aquella guerra fraticida que derivó en 40 años de dictadura.

El control jesuita de la figura del dictador Franco se hizo a través de un personaje clave en todo el proceso de la dictadura: el jesuita José María de Llanos Pastor. El padre Llanos dedicó tiempo para dar ejercicios espirituales al dictador Franco, y al mismo tiempo este notable y carismático jesuita participaba activamente en la fundación del Partido Comunista de España y en el germen del sindicato Comisiones Obreras, en sus inicios formado por cristianos de base.

Llanos, además, intrudujo la teoría de liberación jesuítica, una doctrina enfocada a las bases del catolicismo para controlar junto al PCE, cuyos militantes auténticos dejaban la vida en cárceles y calles, y junto a CCOO los designios de la clase trabajadora.

El bastión jesuita por excelencia en España era y sigue siendo Euskadi. Desde Sabino Arana y el Partido Nacionalista Vasco, cuyos miembros destacados provienen todos del entorno jesuita, el nacionalismo vasco es la herramienta del jesuitismo para acorazar allí su fortín. Todos los Lehendakaris, así como la mayoría de los personajes relevantes del Nacionalismo Vasco, han pasado por los jesuítas.

Llama la atención que mientras el jesuita padre Llanos manipulaba la psiquis del dictador con ejercicios espirituales colmados de valores católicos y de sentimientos patrios hacia la unidad de España, Franco comenzó a negar el derecho vasco a mantener sus históricos Fueros, lo cual dio origen a un movimiento de resistencia en Euskadi que, auspiciado en conventos e iglesias jesuitas y católicas, acometía acciones clandestinas encaminadas a defender sus derechos históricos.

En 1953 la organización juvenil del PNV llamada EGI se unió a EKIN, organización formada por un grupo de estudiantes de la Universidad jesuita de Deusto.

En 1955 Ekin se unió a otra organización similar de San Sebastián, dando lugar a la organización Ekin-Taldea, el embrión de ETA. En 1956 terminaron confluyendo Ekin-Taldea y EGI, la organización juvenil del PNV.

Un 31 de Julio de 1959, día del fundador de los Jesuitas, Ignacio de Loyola, se dio a conocer por primera vez la banda terrorista ETA.

Años más tarde, en pleno proceso de decadencia del franquismo, tanto la CIA, controlada por los jesuiticos Caballeros de Malta, como la burguesía española, preparaban el control del proceso de cambio que se avecinaba. Uno de tantos escollos fue Carrero Blanco, el Almirante que se prestaba a ser el sucesor de Franco. Su patrioterismo español, su obstinación por el impulso de la energía nuclear y por la no injerencia extranjera provocó la visita del sionista Kissinger.

Al día siguiente de la reunión que mantuvieron, el coche que ocupaba Carrero Blanco saltó por los aires a causa de los explosivos colocados por la banda terrorista ETA en un socavón bajo la calle paralela a la fachada de los jesuitas (sic) en Madrid, con tal precisión que hizo ascender el vehículo lo suficiente para caer en el mismísimo patio de los jesuitas (sic). Muy cerca, en un hotel, permanecía alojado el sionista askenazi Henry Kissinger.



Un ejemplo de las mañas jesuitas para infiltrarse es el caso de Iñaki O'Shea, de una familia burguesa con un poder económico tan inmenso como poco conocido, que tras formarse en los jesuitas dejó su acomodada existencia para integrarse en Erri Batasuna y después en ETA. Y como no existen casualidades sino causalidades, Iñaki O'Shea es hermano de Paloma O'Shea Artiñano, esposa del banquero Emilio Botín y tío de Ana Patricia Botín, ex presidenta del Banesto y la sucesora de su padre en el emporio económico del Banco de Santander.

Nota: una banda terrorista se estructura de tal forma que sus células no estén interconectadas para, de esta manera, asegurar que no se desmantele por completo en caso de ser detectado alguno de sus comandos. Los mecanismo para transmitir consignas entre células nunca son repetitivos ni personificados. De igual manera, cuando el cabecilla de la banda recibe órdenes o consignas, y por los mismos motivos de seguridad interna, NO SABE de quién las recibe.

Una vez expedito el camino hacia el proceso de Transición española bajo la tutela del Caballero de Malta Juan Carlos de Borbón, tanto el proceso transformador del Isidoro marxista al Felipe González socialdemócrata, como el papelón de Santiago Carrillo y la resistencia de Suárez a entrar en la OTAN, que le costó su dimisión nunca explicada, y el autogolpe de estado del 23F para afianzar la figura del supuesto demócrata Rey Juan Carlos, son extensos capítulos aparte pero claves en el afianzamiento del sistema jesuitico en España.

Cabe reseñar que además de controlar la masonería hispana, la máxima jesuítica de controlar la sociedad a través de la formación y de la educación se cumple a la perfección porque desde sus centros como ESADE, Deusto, Complutense o Comillas inculcan su modelo de sociedad a la gran mayoría de dirigentes y políticos que han marcado los últimos 30 años de la supuesta democracia española, como son Emilio Botín, Rodrigo Rato, su sucesor en Bankia José Ignacio Goirigolzarri, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba o Mariano Rajoy.

Además de la larga lista de políticos y ejecutivos de relevancia educados en jesuitas, entre los alumnos que han pasado por la universidad Jesuita de Deusto en sus más de 100 años de historia se encuentran conocidos personajes de la vida española y vasca como Ana Blanco, Gerardo Diego, Manuel de Irujo, Agustín Rodríguez Sahagún, Sabino Fernández Campo, José Félix de Lequerica, Alfredo Sáenz Abad, Joaquín Almunia, Antonio Garrigues Walker, Carlos Garaikoetxea, José Antonio Ardanza, Fernando Buesa, José María Oriol y Urquijo, Joseba Sarrionandia, Federico Paternina, Emilio Botín, Emilio Ybarra Churruca, José Ángel Sánchez Asiaín, Espido Freire, Eduardo Madina, Álex de la Iglesia, Mario Conde, Pedro Luis Uriarte, Iratxe Ibarra, Lorea Bilbao, Igone Etxebarria, José Ortega y Gasset, Asier Aranbarri, José Eiguiguren, Pedro Morenés, José Manuel García-Margallo y otros.

Jorge Guerra

4 comentarios:

  1. Difiero en lo de ser marxista Felipe González, nunca lo fue pues sus principios estuvieron en las juventudes falangistas. De hecho sus discursos han tenido una clara tendencia joseantoniana.
    Falta hablar de Suresnes y de como Carrillo se implicó en la farsa montada, llamada transición.

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  2. Tras haber tenido la desgracia de estudiar en los jesuitas no me extraña absolutamente nada de lo que dice. Son una secta pura y dura pero con mejor fachada que los testigos de Jehová.

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  3. Recomiendo a todos la lectura del libro de Blasco Ibáñez, La Araña Negra. No tiene desperdicio. Cuenta la realidad de los jesuítas.

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