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¿Quién inyecta el veneno del odio entre conservadurismo y progresía?


19 feb 16. Escucho a los creyentes católicos indignarse, y razones tienen, por unos pechos desnudos en una capilla de la Complutense. Yo que no sigo religión alguna y que no me ocupo en provocarles, y que me parece correcto que en las universidades públicas de un estado aconfesional como es España no existan capillas de culto religioso de ningún tipo, y que además me parece excesivo el trato en un juicio a la tal Rita Maestre por una denuncia de chiringuitos del Opus Dei debido a cuestiones políticas...

Yo, que desde este blog he acusado y seguiré acusando en numerosísimas ocasiones al Vaticano como centro de corrupción, conspiración y de ostentar un poder mundial que controla muchísimo más de lo que parece, me pregunto a qué viene algo tan reaccionario como el padrenuestro con vaginas y coños que la doña poetisa leyó en la entrega de premios Ciudad de Barcelona. Me pregunto qué necesidad hay de andar provocando las creencias de cada cual en un acto que debe respetar los principios y creencias de todos y cada uno de los habitantes de Barcelona.



Yo, que estoy harto de los privilegios de la iglesia católica en España me pregunto por qué en una cabalgata de reyes se inventan la frikada de cambiar unos personajes que, reales o no, son una tradición católica que no tenemos ningún derecho para manipularla.


Más surrealista todavía me parece el hecho de denominar con la tan masónica "Libertad, Igualdad, Fraternidad" a los susodichos reyes en Valencia porque con provocaciones de este tipo sólo se logra increpar y dividir.


Igual de rechazable me parecen las salidas del tiesto de ciertos curas y obispos católicos y sus barbaridades y la vomitiva pedofilia que impera entre esta gentuza.

A mi, que me importan un carajo reyes magos y absurdas progresías, reclamo respeto y exijo acabar con los privilegios de la iglesia romana.

Lo cierto es que mientras unos se decantan por el conservadurismo más tradicional y otros asimilan una absurda progresía, los que se ocupan de inocular el veneno en ambos bandos se frotan las manos viendo una vez más lo manipulable que es esta sociedad. Porque a quien se daña es a los católicos y no a la deplorable curia romana.

Quienes por avatares de la vida hemos indagado a fondo en sociedades secretas y discretas sospechamos quién o quiénes inyectan el veneno del enfrentamiento, del odio, del entretenimiento... Es fácil ver sus mañas y sus viejas prácticas ideadas por la Orden Jesuíta que gestó el Opus Dei (1) por el lado del veneno conservador y que controla la masonería que vierte veneno absurdamente progre entre gente de izquierdas que inconscientemente caen en la trampa. Y en Roma, controlándolo todo, El Imperio Romano, es decir, El Vaticano.


(1) Especial Jesuitas, la mano que mece. Opus Judei

Jorge Guerra

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